...Porque siempre hay un "Plan B" para cada ocasión...para alegrarnos el día a bocados y pequeños tragos...

viernes, 20 de febrero de 2015

De paseo por el pueblo (#DeVinos) con Germán Blanco: Un soplo de Aire Fresco

Quinta Milú, uno de los proyectos personales de Germán Blanco
Lunes de febrero, día 9, esta vez en Singulario, otro enclave de visita obligada para los vinófilos en Santiago de Compostela; y otra de esas catas que una no debería (ni querría) perderse. Ya le tenía yo ganas a un recorrido quasicompleto por los vinos de Germán Blanco. Asturiano de nacimiento, que reparte su tiempo entre Gijón, el Bierzo y la Ribera del Duero, posee una de esas cualidades que personalmente más me gusta destacar en los proyectos de un viticultor: ARRAIGO.
Arraigo entendido como la fuerza impulsora que sirve de denominador común para todos sus vinos, todos tan diferentes que solo podrían pertenecer a un mismo elaborador; a eso me refiero, a imprimir el carácter en lo que se hace, pero sobre todo a dejar hacer, a actuar como hilo conductor,  que sea la tierra, la viña la que marque y guíe el vino que saldrá cada año.
No habrá, por lo tanto, una sola añada igual a la anterior; cada vino es diferente: mínimo intervencionismo, elaboración viña a viña para sacar la máxima expresividad de cada una. Se recuperan tradiciones ancestrales como el pisado de uva o la fermentación en ánforas de barro; todo ello presente en cada uno de los proyectos, nuevos, viejos, en Ribera del Duero, en el Bierzo... "Vinos artesanos y de pueblo", que dice Germán. Yo añadiría: Vinos De pueblo Para el pueblo.
La cata transcurrió, amena, divertida, en un serpenteante recorrido por las tierras que ven nacer sus vinos, comenzando por La Aguilera (Burgos), casa de su proyecto personal: QUINTA MILÚ, que debe el nombre a su hijo (nada que ver con el perro de Tintín... ;)). De aquí  probamos como primero de la noche, MILÚ 2014, recién salido, con apenas unos meses en botella y por lo tanto con bastante recorrido todavía por hacer (se nota en nariz básicamente), ya se presenta como un vino muy redondo, con esa frescura característica de los vinos de Germán. Un Ribera muy atípico, que tal vez por eso me encanta. 20ha de viñedo viejo en espaldera, a una altitud de 900m aproximadamente, que fermenta en ánforas de barro y en inox, para luego realizar una crianza mínima de 6-8 meses en barricas usadas. El paso de la madera imperceptible, hace que toda su expresividad provenga de la fruta. Está vivo, es fresco, tiene una acidez fantástica y lo bebería a cubos (peligro).
Como en el resto de sus vinos, no se realiza filtrado ni clarificación.